Transformar la crisis en oportunidad: Sacar provecho del multilateralismo
Acaban de terminar dos importantes reuniones en el marco de las actividades de la banca y finanzas mundiales multilaterales, teniendo como punto central de agenda “Como enfrentar a la peor crisis financiera internacional de las últimas siete décadas”.
Nos referimos a la Asamblea Anual de Gobernadores del BID celebrada en Medellín – Colombia coincidiendo con el 50 aniversario del banco el 29 de marzo del 2009 y a la Cumbre del Grupo de los 20 (G-20) realizada en Londres – Inglaterra el 31 de marzo de 2009, donde ambos presidentes Luis Alberto Moreno y Robert B. Zoellick, respectivamente se refieren, coincidiendo en sus criterios y políticas de ambas instituciones de sacar provecho al multilateralismo ante la situación de una gran crisis mundial que necesita un trabajo en equipo esforzado de todos los actores de la economía y del desarrollo social a nivel mundial.
Estamos inmersos en una economía mundial impulsada por la sociedad, empresas, sindicatos y gobiernos nacionales.
Ellos comercian, invierten, trabajan, inventan, negocian y construyen dentro y fuera de los límites de naciones, que establecen las reglas y, a veces, acceden a observar ciertas condiciones y procedimientos convenidos. El BID ni el G-20 no van a modificar la realidad del sistema internacional. Pero un multilateralismo reforzado puede aumentar las ventajas y mitigar los riesgos de regresión que puede plantear la interdependencia económica.
Está de moda hablar sobre nuevas instituciones o nuevos foros de gobierno mundial. Es posible, pero la conclusión a que llegamos en el análisis es que deberíamos empezar reformando y potenciando las instituciones que ya tenemos.
La OMC, el FMI, el Grupo del Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo, junto con los organismos de las Naciones Unidas, pueden tener un papel más importante. Estas instituciones, que cuentan con más de 180 miembros y persiguen reformas para fortalecer la participación y el poder de decisión de las economías emergentes y en desarrollo, pueden ayudar a acortar la distancia entre los Estados y la interdependencia económica conectando entre sí intereses nacionales, regionales y mundiales.
Si los dirigentes consideran seriamente la posibilidad de crear nuevas formas de responsabilidad o gobierno a nivel mundial, pueden comenzar por modernizar el multilateralismo para dar a la OMC, el FMI y el Grupo del Banco Mundial la potestad de realizar un seguimiento de las políticas nacionales. Dar a conocer los procesos nacionales de toma de decisiones contribuiría a la transparencia, la rendición de cuentas y la coherencia entre las políticas de los países.
En ambas reuniones celebrada en ámbitos internacionales distintos y en especial en el de la región de América y el Caribe, ante la crisis internacional el clamor es restituir los fondos financieros privados cada vez más escasos para financiar a la producción, al comercio, a las pequeñas, medianas y grandes empresas, situación que pone en peligro con deterioro de las economías de los países desarrollados y emergentes, lo que hace obligatoria la re-capitalización de los fondos de la banca multilateral como bien han sido las conclusiones de ambas asambleas.
El desafío que tenemos por delante
En los últimos 60 años hemos visto cómo los mercados pueden sacar de la pobreza a centenares de millones de personas y, al tiempo, ampliar la libertad. Pero también hemos visto cómo la codicia y la imprudencia desenfrenadas pueden dilapidar todo lo que se ha conseguido.
En el siglo XXI, necesitamos economías de mercado con un rostro humano. Esas economías deben reconocer su responsabilidad frente a las personas y la sociedad.
La cumbre del G-20 reúne a los principales líderes nacionales. Su actuación cooperativa es esencial. Los líderes deberían reformar las instituciones multilaterales que han heredado, y aprovecharlas, perfeccionarlas y utilizarlas.
Si el G-20 actúa como grupo directivo, las instituciones multilaterales pueden ayudar a esos dirigentes a resolver esta crisis con ideas y medidas prácticas.
En ambas cumbres, se han incrementado los fondos económicos y la cooperación multilaterales, que debemos aprovechar en esta parte de la región – por ser país emergente con buen comportamiento macroeconómico-, con la participación de todos los actores de la sociedad a fin de generar confianza de gobierno y convivencia que nos dará la oportunidad de convocar a estas instituciones a fin de obtener fondos complementarios para las inversiones públicas y privadas en los planes de desarrollo nacionales, regionales y locales.
Al aprovechar las oportunidades que ofrece la crisis actual, haríamos bien en recordar las palabras de Keynes en sus observaciones finales: “Si somos capaces de afrontar tareas de largo alcance del mismo modo en que hemos afrontado esta tarea limitada, hay esperanza para el mundo”.
Artículo de Carlos Callirgos F. Acaban de terminar dos importantes reuniones en el marco de las actividades de la banca y finanzas mundiales multilaterales, teniendo como punto central de agenda “Como enfrentar a la peor crisis financiera internacional de las últimas siete décadas”.
Nos referimos a la Asamblea Anual de Gobernadores del BID celebrada en Medellín – Colombia coincidiendo con el 50 aniversario del banco el 29 de marzo del 2009 y a la Cumbre del Grupo de los 20 (G-20) realizada en Londres – Inglaterra el 31 de marzo de 2009, donde ambos presidentes Luis Alberto Moreno y Robert B. Zoellick, respectivamente se refieren, coincidiendo en sus criterios y políticas de ambas instituciones de sacar provecho al multilateralismo ante la situación de una gran crisis mundial que necesita un trabajo en equipo esforzado de todos los actores de la economía y del desarrollo social a nivel mundial.
Estamos inmersos en una economía mundial impulsada por la sociedad, empresas, sindicatos y gobiernos nacionales.
Ellos comercian, invierten, trabajan, inventan, negocian y construyen dentro y fuera de los límites de naciones, que establecen las reglas y, a veces, acceden a observar ciertas condiciones y procedimientos convenidos. El BID ni el G-20 no van a modificar la realidad del sistema internacional. Pero un multilateralismo reforzado puede aumentar las ventajas y mitigar los riesgos de regresión que puede plantear la interdependencia económica.
Está de moda hablar sobre nuevas instituciones o nuevos foros de gobierno mundial. Es posible, pero la conclusión a que llegamos en el análisis es que deberíamos empezar reformando y potenciando las instituciones que ya tenemos.
La OMC, el FMI, el Grupo del Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo, junto con los organismos de las Naciones Unidas, pueden tener un papel más importante. Estas instituciones, que cuentan con más de 180 miembros y persiguen reformas para fortalecer la participación y el poder de decisión de las economías emergentes y en desarrollo, pueden ayudar a acortar la distancia entre los Estados y la interdependencia económica conectando entre sí intereses nacionales, regionales y mundiales.
Si los dirigentes consideran seriamente la posibilidad de crear nuevas formas de responsabilidad o gobierno a nivel mundial, pueden comenzar por modernizar el multilateralismo para dar a la OMC, el FMI y el Grupo del Banco Mundial la potestad de realizar un seguimiento de las políticas nacionales. Dar a conocer los procesos nacionales de toma de decisiones contribuiría a la transparencia, la rendición de cuentas y la coherencia entre las políticas de los países.
En ambas reuniones celebrada en ámbitos internacionales distintos y en especial en el de la región de América y el Caribe, ante la crisis internacional el clamor es restituir los fondos financieros privados cada vez más escasos para financiar a la producción, al comercio, a las pequeñas, medianas y grandes empresas, situación que pone en peligro con deterioro de las economías de los países desarrollados y emergentes, lo que hace obligatoria la re-capitalización de los fondos de la banca multilateral como bien han sido las conclusiones de ambas asambleas.
El desafío que tenemos por delante
En los últimos 60 años hemos visto cómo los mercados pueden sacar de la pobreza a centenares de millones de personas y, al tiempo, ampliar la libertad. Pero también hemos visto cómo la codicia y la imprudencia desenfrenadas pueden dilapidar todo lo que se ha conseguido.
En el siglo XXI, necesitamos economías de mercado con un rostro humano. Esas economías deben reconocer su responsabilidad frente a las personas y la sociedad.
La cumbre del G-20 reúne a los principales líderes nacionales. Su actuación cooperativa es esencial. Los líderes deberían reformar las instituciones multilaterales que han heredado, y aprovecharlas, perfeccionarlas y utilizarlas.
Si el G-20 actúa como grupo directivo, las instituciones multilaterales pueden ayudar a esos dirigentes a resolver esta crisis con ideas y medidas prácticas.
En ambas cumbres, se han incrementado los fondos económicos y la cooperación multilaterales, que debemos aprovechar en esta parte de la región – por ser país emergente con buen comportamiento macroeconómico-, con la participación de todos los actores de la sociedad a fin de generar confianza de gobierno y convivencia que nos dará la oportunidad de convocar a estas instituciones a fin de obtener fondos complementarios para las inversiones públicas y privadas en los planes de desarrollo nacionales, regionales y locales.
Al aprovechar las oportunidades que ofrece la crisis actual, haríamos bien en recordar las palabras de Keynes en sus observaciones finales: “Si somos capaces de afrontar tareas de largo alcance del mismo modo en que hemos afrontado esta tarea limitada, hay esperanza para el mundo”.
En Exclusiva para Piura News.
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